Si bien el mundo ha logrado un progreso lento pero constante en la reducción de la desnutrición durante la última década, las tendencias y los eventos recientes, incluida la pandemia de COVID-19, han puesto en riesgo todo lo conseguido.
Como resultado del cambio climático, los conflictos, la degradación medioambiental y otros factores, como la plaga de langostas de 2019-2020, el hambre está aumentando y no estamos progresando en los objetivos de desnutrición. El hambre afecta a 60 millones de personas más que hace cinco años.
Debido a múltiples guerras, el cambio climático, el uso generalizado del hambre como arma política y militar, y una pandemia que empeora exponencialmente la situación, 270 millones de personas van rumbo a la inanición.
David Beasley, director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos y miembro del Grupo líder del Movimiento SUN en la ceremonia de aceptación del Premio Nobel de la Paz 2020
La devastadora pandemia de COVID-19 es una crisis que agrava situaciones ya precarias en muchos países, con consecuencias negativas en la nutrición. Los efectos de la pandemia de COVID-19 exacerban una situación que ya es alarmante de por sí. El hambre aguda se duplicó a fines de 2020 pasando de 130 millones a más de 270 millones, debido al impacto del COVID-19 y la sequía.
La pandemia ha dado lugar a múltiples convulsiones que afectan a la nutrición de las personas, especialmente las más vulnerables. Se han alterado los medios de vida y los sistemas alimentarios, se ha interrumpido el acceso a servicios básicos de salud y nutrición, y se han sobrecargado sistemas de protección social y de salud ya abrumados.
Estas interrupciones han sido causadas por los padres que evitan los centros de salud por temor a infecciones, las restricciones en el transporte, las dificultades financieras, el cierre de instalaciones y la menor disponibilidad de profesionales sanitarios (debido a desviaciones y escasez de equipos de protección personal, entre otros factores).
El COVID-19 ha tenido efectos negativos en la dieta, los hábitos alimentarios y el estilo de vida de los adultos, pero también de los niños. Sin la plataforma escolar y sin el acceso a los programas escolares de salud y nutrición, se han agravado el hambre, la desnutrición, la pobreza y los embarazos precoces.
Datos breves
Y esto es solo la punta del iceberg. También se espera que la pandemia de COVID-19 aumente otras formas de desnutrición infantil, incluidas las deficiencias de micronutrientes y el sobrepeso . Esto es inaceptable, ya que incluso las interrupciones a corto plazo en el acceso a alimentos nutritivos y a servicios de nutrición clave pueden tener efectos irreversibles en la salud y el desarrollo de los niños y sus familias.
COVID-19: el movimiento SUN reúne a las partes interesadas
Debido al riesgo en que se encuentra la capacidad de las personas para acceder a dietas seguras, nutritivas y diversas, y con la salud y la resiliencia en crisis, se necesita una acción urgente multisectorial de múltiples partes interesadas. Desde el inicio de la pandemia, las partes interesadas del Movimiento SUN han trabajado en conjunto y de forma unificada para mitigar los efectos negativos en la nutrición durante la crisis y sentar las bases para reconstruir e implementar mejoras tras la pandemia.
Las principales prioridades han sido garantizar que este enfoque multisectorial de nutrición tenga prioridad y esté completamente integrado en todos los niveles de los planes de respuesta y recuperación del COVID-19, y aprovechar y aumentar la capacidad nutricional existente, al igual que los datos y los foros de coordinación.
En 19 países SUN, los puntos focales son parte de los esfuerzos de respuesta de emergencia ante el COVID-19: Bangladesh, Camboya, El Salvador, Gambia, Guatemala, Honduras, Indonesia, República Democrática Popular Lao, Liberia, Nepal, Mauritania, Mozambique, Pakistán, Perú, Filipinas, Sierra Leona, Sudán, Vietnam y Zambia.
La pandemia ha interrumpido las formas establecidas de colaboración en los países SUN, pero también en todo el mundo. Los países han recibido apoyo para mantener activas sus plataformas de múltiples partes interesadas a fin de mantener estrechas relaciones de trabajo entre las diferentes partes interesadas y de garantizar que los puntos focales gubernamentales y las plataformas de múltiples partes interesadas del Movimiento SUN contribuyen a los esfuerzos de respuesta y recuperación del COVID-19.
El Secretariado del Movimiento SUN, junto con las redes SUN, ha intensificado la colaboración en apoyo de los Estados miembros mediante la promoción y la comunicación conjuntas, facilitando así la asistencia técnica y brindando orientación a los países sobre cómo acceder al financiamiento de la nutrición durante la crisis. Como parte de esta labor, se ha realizado una evaluación rápida sobre el impacto del COVID-19 en la nutrición y los métodos de trabajo del Movimiento SUN, facilitando seminarios web para el intercambio de conocimientos y el aprendizaje entre participantes.
El Movimiento SUN ha desarrollado una estrategia de promoción y comunicación sobre el COVID-19 para dirigir la comunicación y las respuestas coordinadas, al igual que una variedad de recursos para ayudar a los países SUN a responder a la crisis. Estos incluyen, entre otros, los mensajes clave de promoción, una nota informativa para las partes interesadas de los países SUN, una serie de hojas informativas y un portal web creado por el Movimiento SUN para el COVID-19, que se actualiza periódicamente con las últimas directrices, las buenas prácticas y las historias de países.
Cinco tendencias de los países SUN en tiempos de COVID-19
El COVID-19 lleva consigo nuevos desafíos, pero también nuevas oportunidades para estudiar la forma en que colaboramos para combatir la desnutrición. Los seminarios web con las partes interesadas de los países SUN celebrados en agosto de 2020 identificaron las siguientes tendencias:
- En Centroamérica, el Sistema de Integración Centroamericana (SICA) ha puesto en marcha un Plan de Contingencia Regional donde la seguridad alimentaria y la nutrición están bien posicionadas, ya que el SICA coordinará acciones en este marco para evitar crisis alimentarias, y supervisará ciertos indicadores, especialmente aquellos relacionados con la estabilidad, el acceso adecuado y la disponibilidad de los alimentos.
- En Camerún, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) está capacitando a los productores para que utilicen secadores solares innovadores que les permitan procesar y conservar frutas y verduras sin comprometer su valor nutricional. En Camerún, Congo y Gabón, se han introducido “clases verdes” en los centros educativos para garantizar la existencia de sistemas agrícolas y alimentarios sensibles a la nutrición con el apoyo de la FAO.
- Burkina Faso está aprovechando oportunidades digitales transformadoras para aplicar un control integrado de las enfermedades infantiles y la desnutrición, lo que lleva a un aumento significativo en las clasificaciones correctas de desnutrición.
- En Comoras, se ha desarrollado un sistema de información para el control de la desnutrición aguda grave (SAM, por sus siglas en inglés) durante la crisis de la COVID-19.
- En Bangladesh, los Servicios Nacionales de Nutrición están realizando encuestas en línea para evaluar la funcionalidad de 366 centros de desnutrición aguda grave.
Se necesitan medidas continuas para responder a la inminente crisis de hambre y desnutrición que evoluciona a la sombra de la pandemia, y para garantizar que la nutrición tenga prioridad en los planes de recuperación del COVID-19 en todos los niveles. Es fundamental ampliar la asistencia alimentaria y el tratamiento de la desnutrición aguda infantil e invertir en un enfoque integral y multisectorial para prevenir y tratar la desnutrición.
Se necesita una acción acelerada en todos los sistemas alimentarios, los sistemas de salud y los sistemas de protección social para proteger la nutrición de las personas: las dietas saludables deben ser económicas y deben estar al alcance de todos, especialmente de los más pobres, y se debe garantizar que todas las personas puedan acceder a los servicios de salud y nutrición que necesitan.
Si esto no se consigue, será difícil alcanzar nuestra visión de un mundo libre de todas las formas de malnutrición para 2030.